Me entero con retraso de que Manolo Saco, ante cuya pluma hago la ola y aplaudo con las orejas incluso
cuando no coincido en lo que dice, ha abandonado su colaboración en Eldiario.es. Con una elegancia que yo no sería capaz de empatarle,
se despide de su puño y letra de los lectores en el último comentario a la entrada de su blog que provocó la decisión de marcharse con la integridad a otra parte. Qué atrevimiento el suyo,
no bailarle el agua rodilla en tierra a Chávez, uno de los iconos
intocables de una parte no pequeña de la parroquia que frecuenta el
medio donde firmaba Manolo. Le cayó —era de cajón— la del pulpo
y él, en lugar de liarse a salivazos con los que le ponían de facha
cabrón para arriba, prefirió hacerse a un lado sin montar dramas:
“Los lectores tenéis derecho a no correr el riesgo de
sobresaltaros cada mañana, pensando que un francotirador os podría
estar atacando con fuego amigo”.
Habrá quien diga que vaya poco fuste,
que cuando uno se dedica a espolvorear opiniones debe estar dispuesto
a ser hostiado con razón o sin ella y que si no aguanta que le unten
el morro, mejor que se dedique a criar chinchillas. Obviamente, no
tienen ni puta idea de quién es Saco ni de las veces que le han
puesto las costillas al rojo sin que él dejara escapar medio
quejido. Esto no va de bravucones supermachos. Sin estar en su piel,
aunque sintiéndome muy cerca, puedo intuir que simplemente se ha
hartado de darse de cabezazos con un muro. La cosa, creo, tiene que
ver con lo que os contaba en la entrada sobre mi eterna confusión:
hay lectores de boina atornillada que si no reciben el pienso
exactamente a su gusto se lían a trompadas con el autor. No hablo de
la sanísima discrepancia, de los que manifiestan —incluso con
lenguaje contundente pero nunca entrando al tobillo— su desacuerdo
y aportan sus razones. Esos y esas que te dicen lo que piensan sin
pelos en la lengua apoyados en la confianza crítica son una
bendición para los que decimos sinceramente y no como fórmula que
estamos dispuestos a aprender... y a reconocer nuestros posibles
errores. Los otros, los que, amparados en el cobarde anonimato,
vienen a cagarse en tu padre son un puñetero cáncer.
En el caso de Manolo Saco hay, sin
embargo, un matiz importante. Si normalmente puedes reservar el
derecho de admisión para sacarte de encima a la talibanada, en
Eldiario.es buena parte de los comentaristas son socios, es decir,
sueltan sus euritos, dando lugar a esa máxima perversa del
capitalismo consumista: el que paga manda. Teniendo en cuenta el tipo
de medio del que estamos hablando y sus presupuestos ideológicos, no
deja de ser desazonador que algunos de los que han pasado por caja
estén convencidos a pies juntillas de que su cuota incluye el
derecho a escupir a los autores que no les hagan cucamonas. Lo jodido
es que si los que cotizan te piden genuflexiones contradictorias
entre sí y tú tratas de complacerlos, acabas hecho un ocho. Por no
hablar de lo gracioso que es que los que te reclaman una
independencia cuasi heroica se enfurruñen si no tecleas a su
dictado.
Hay una incómoda reflexión final. Se
ha hecho ley de las redes sociales no alimentar a los trols. Esto se
entiende normalmente como vencer la tentación de entrar al cebo
venenoso que te dejan en sus deposiciones. Pero yo amplío el
concepto. No alimentar a los trols también es directamente no
proveerles de saque de sus potitos favoritos. Si los columnistas no
salieran a buscar el aplauso y los medios no fueran a por el click de
aluvión, tal vez otro gallo nos cantaría. Ya dije, y cada vez estoy
más convencido de ello, que igual que hay una caverna, le están
creciendo peligrosamente los dientes a algo que si no es una
contracaverna, se le parece mucho. ¿Quién gana en el río revuelto,
en el campo embarrado? Lo sospecho, pero estoy aun más seguro de que
entre los que pierden figuran aquellos que, equivocándose o no en
sus opiniones, tratan de exponerlas honestamente. Saco es uno de
ellos. Hacedme el favor de decirme dónde podré seguir leyéndole.
Hola Javier,
ResponderEliminarMientras la derecha se queja de que la izquierda hace uso de su superioridad moral en el momento en el que alguien actúa como tal -como izquierda-, lo linchan. Como en su día a Ferlosio o a Morán más recientemente. Criticar a Cuba esta mal visto. Es una forma de gobernarse diferente se podrá decir. Yo digo que es una dictadura.
O a Venezuela. No es una dictadura. Es una democracia en la forma y en el fondo. Dejando al margen el aspecto mesiánico de Chávez, su círculo de poder más cercano ha sustituído a la oligarquía conservadora histórica aprovechando las coimas etc. de PDVSA. A título de ejemplo, consúltese el destino de aquellos (mayormente vicepresidentes) que osaron criticar a Chávez.
Gracias por el post. Me parece muy necesario.
Sobra decir que El Diario tampoco entró mucho en el tema.
Soy socia de eldiario.es desde que solo era Zona Critica. De hecho, una de las razones por las que me hice socia fue porque estaba tu firma entre la gente que formaba parte del proyecto. Me gustó la idea de leer no solo lo que ocurría a mi alrededor, sino el punto de vista de la gente que me lo contaba. Eldiario.es es un periódico que compraría en el kiosco si lo hicieran en papel, así que me pareció lógico pagar mis euritos por leerlo.
ResponderEliminarUna de las cosas que no me han gustado desde el principio es el sistema de valoración de comentarios. Aquellos comentarios que tienen más “votos” negativos que positivos quedan ocultos a la vista. Es incomodísimo leer opiniones de esta manera, sobre todo para alguien como yo que la mayor parte de las veces no sabe si está de acuerdo o no con las opiniones, por eso me gusta leerlas. Me he tomado la molestia de contar los comentarios a la entrada de Manuel Saco; a las 8 de la mañana tenía 138 comentarios, de los cuales 82 están ocultos. La mayoría de los comentarios ocultos son favorables a la opinión del periodista, lo que me hace sospechar que probablemente estemos hablando de un par o tres boinas atornilladas con el dedo con agujetas esta mañana.
Ojala Manuel Saco se replanteara su decisión.
Yo creía que el sistema de 'socios' revertería en una disminución de los anónimos. Pero no ocurre así en El Diario. La mayor parte de los socios son perfectamente anónimos y el nivel de sus comentarios es el que cabe esperar en esa situación. Sin cara y nombre y apellidos, los comentarios de la prensa online siguen siendo pura basura, incluso con sistemas de pago por lo que demuestra El Diario.
ResponderEliminarEl nivel de los comentarios puede ser discutible pero discrepo en el asunto del anonimato de los socios, si por anónimos entendemos no identificables. Yo no soy una socia anónima, estoy registrada en eldiario.es con nombre, apellidos, dirección electrónica y física y hasta número de tarjeta de crédito. Desconozco el proceso a seguir pero imagino que si alguien se sintiera atacado por un comentario mio, podría acudir a la base de datos de eldiario.es para identificarme y denunciarme. Yo lo haría.
ResponderEliminar... y a todo esto, ¿sabe alguien dónde sigue escribiendo Manolo Saco? ¡¡le echamos de menos!!
ResponderEliminarBuenos días,
EliminarA mi me pasa lo mismo: ¡¡lo extraño muchísimo!!
Si alguno de vosotros saber cómo localizarlo, le ruego que por favor me escriba a: alfredo@musicayvino.com.
Un saludo y gracias,
Alfredo
Pues me crea bastante alivio comprobar que no soy el único al que Chávez le resultaba un populista aspirante a dictadorzuelo,a pesar de producirme auténtico pavor las gradas de la oposición.Parece lógico y razonable que,aunque puedas coincidir en algunos postulados o en reconocer los logros sociales de un sector político,también puedas criticar aquello que consideres que sobrepasa lo éticamente aceptable.Sin embargo,lo habitual parace ser la adhesión incondicional a las siglas o al personaje...¡Delirante,vamos!Más que felicitar a Manolo Saco por su artículo,(que también),creo más perentorio recriminar la actitud de quienes le han acusado e insultado tan injustamente.¡Cada vez somos más borregos!
ResponderEliminarAyer fueron las críticas a Manolo Saco. Hoy son las críticas personales a Roger Senserich, sin valorar si éstas se aproximan más o menos a la verdad. Y es que la realidad escuece, más cuando algunos supuestos lectores-socios progresistas sólo están dispuestos a leer artículos que les dan la razón, puesto que la conclusión está tomada de antemano y sólo se aceptan propuestas que la ratifiquen. Creo que sí, que esto es la contracaverna, tan peligrosa como aquella a la que se opone, pues ambas nublan la vista y apartan la reflexión de la realidad.
ResponderEliminar¿Es posible un periodismo libre de estas influencias? Quizá no, pero SÍ es necesario.
Un saludo,