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sábado, 25 de febrero de 2012

Una lágrima por Público

Estoy abonado a las paradojas. Este blog resucita —o como poco, sale del coma— empujado por una muerte, la del diario en que he dejado 715 mensajes en una botella. 714, en realidad, pues la última entrega no llegó a ser tinta sobre papel y se ha tenido que conformar con figurar como hija póstuma en la edición electrónica, esa que dicen que sobrevive. Ya veremos.

Evito la tentación de la loa fúnebre grandilocuente. Soy demasiado escéptico para tragarme que la pérdida de otro periódico más, aunque sea uno que yo quería con toda mi alma, vaya a suponer no sé qué desgarrón irreparable a la pluralidad y la libertad de expresión. Con o sin Público, hace ya mucho tiempo que no existían ni la una ni la otra sino como entelequias o proclamas voluntaristas.

El milagro es haber durado tanto cabalgando en dirección contraria. Según las leyes de la física y el manual de uso de este diabólico toro mecánico que es el periodismo actual, deberíamos habernos dejado los morros en el suelo en la primera curva. ¿Qué exceso de atrevimiento era ese de tratar de mostrar los trozos prohibidos de la realidad oficial o de prestar a voz a toda suerte de perroflautas, desconformes, tocapelotas y disidentes incluso de sí mismos? Hasta ahí podíamos llegar. De hecho, hasta ahí hemos llegado.

Como en la canción de Silvio, las causas nos fueron cercando y el azar se nos ha ido enredando. Ya no estamos en el kiosco. Capri, c'est fini. Duele, claro que duele, pero las higiénicas y balsámicas lágrimas de pena y de rabia no pueden hacernos olvidar que, en el fondo de cada uno de nosotros mismos, sabíamos que esto podía terminar exactamente así.

Hagamos caso a Kavafis: no digamos que fue un sueño. Aunque ya no podré hojearlo, guardaré un recuerdo absolutamente real de un periódico que me gustaba —ahí va otra paradoja— justamente porque no me gustaba ni siempre ni todo. Uno, que huye de las adhesiones inquebrantables como del cólera, disfrutaba una enormidad pasando las páginas de lo que jamás quiso ser un catecismo. Y si lo quiso, no lo consiguió, simplemente porque quienes lo hacían eran —¡son!— personas maravillosamente diferentes. No tengo que decir que es a esa gente a quien dedico estas líneas... y cada una de las que han llevado mi firma durante estos años. Para los que tuvisteis la paciencia de leerlas desde el otro lado, mi gratitud infinita y un abrazo inevitablemente emocionado.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Contrapiquetes

¿Qué es la huelga general?, me preguntan clavando sus pupilas laboralmente reformadas en las mías. Mejor que les conteste un tal José Luis González Quirós, columnero de La Gaceta: “La huelga general es un golpe de Estado encubierto, un intento de sustituir la soberanía popular que se expresa en el Parlamento por el diktat de unos iluminados que, en realidad, sólo buscan la manera de seguir gozando de sus privilegios”. Bueno, es eso y, según una descacharrante “guía práctica para ir a trabajar” que publicaba ayer en primera el desmelenado papel de Intereconomía, también una posibilidad de sacarse un pico extra. Léase el punto 3: “Algunas empresas prevén gratificaciones para los trabajadores no huelguistas”.

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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Servicios máximos

Últimos cartuchos por el no. Tremenda exclusiva de Libertad Digital: “CCOO compra pegamento y masilla una semana antes de la huelga general”. ¿Cómo? Lo que leen y, de propina, estos dos huevos duros: “Este tipo de productos suelen ser empleados en las huelgas para impedir el acceso a los empleados que desean trabajar. Libertad Digital ha tenido acceso a una de las facturas”. La Gaceta no se queda a la zaga en periodismo de investigación con orejeras: “RTVE anima a la huelga general desde sus espacios informativos”, brama en primera. ¿Ana Blanco con una pegatina? Peor: se han atrevido a entrevistar a Méndez y Toxo en Los desayunos, como si eso tuviera alguna actualidad.

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martes, 28 de septiembre de 2010

29-S menos uno

Si el éxito de una huelga se midiera por el vertido de tinta tóxica que ha provocado en los prolegómenos, la de mañana sería el acabóse de las protestas obreras. No se cansan los amanuenses carpetovetones de darle al raca-raca, con La Gaceta encabezando el pelotón amarillo y superándose día a día. “Afirma el maitre del restaurante Villa Magna, el hotel más caro de Madrid: Cándido Méndez es un cliente habitual de esta casa”, chismoseaba ayer en en primera con gramática periodística de hace un siglo. Bajo el cotilleo, Carlos Dávila, director de la cosa, escribía con letras de mármol: “No estamos en ninguna campaña antisindical”. Lo disimulan de cine.

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sábado, 25 de septiembre de 2010

Un mindundi sin mochila

Luz roja, sirena histérica, calavera con dos tibias cruzadas. Todas las advertencias son pocas frente a lo que viene a continuación. ¿A santo de qué tanto aviso? Se harán una idea después de arrastrarse sobre la prosa biliosa del chusquero de mindundis Iñaki Ezkerra en La Razón, que homenajea así a Labordeta: “Tampoco me ganó su mochila. He visto a demasiado sinvergüenza con mochila en mi vida y en mi tierra como para conmoverme con ese utensilio y ver en él un símbolo de libertad. Con mochila me llevaban los curas del cole al monte para poner ikurriñas e inculcarme el desprecio a España. Con mochila huyen los alumnos de ETA a Francia y vuelven sus maestros para matar”.

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viernes, 24 de septiembre de 2010

Una de faldas

Primera página de La Razón, mitad izquierda: foto XXL con regodeo en las piernas de la vicepresidenta económica del Gobierno, que mira a la cámara con cierta cara de susto. ¿Para ilustrar lo del impuesto a las nóminas de bulto? Más bien no. Miren el texto de acompañamiento: “El test de las faldas de Cibeles. Una vieja teoría vincula las crisis económicas al largo de las faldas: Salgado vio ayer cómo la Pasarela Cibeles tampoco confía en el fin de la recesión, ya que los diseñadores apuestan tanto por las cortas como por las largas”. No entienden nada, ¿no? Ya somos más.

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jueves, 23 de septiembre de 2010

La huelga interminable

No se molesten en preguntar. Ya saben lo que hay hasta, por lo menos, una semana después del 29-S. Y eso que algunos amanuenses acusan ya el cansancio de pontificar sobre la misma idea. “Huelga a la huelga”, provoca bostezos en ABC José María Carrascal. “El 29, inmovilidad de la movilidad”, se hace el chisposo Antonio Burgos, también en el vetusto diario. Hasta Carlos Dávila se repite a sí mismo en sus anuncios del apocalipsis en La Gaceta: “Atención, que esto se está poniendo –no podía ser de otra forma– rojo. De rojo semáforo, o sea, de mucho peligro. Ellos, a parar el país y la gente, acochinada en casa. ¿Qué hará la Policía de Rubalcaba?, ¿se enfrentará a los piquetes? ¿A que no?”

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miércoles, 22 de septiembre de 2010

¡Que viva Suecia!

Una semana para el 29-S, y descontando. Deberían estar eternamente agradecidos Toxo y Méndez a los papeles de Diestralandia por contribuir a mantener encendida una llama que parecía condenada al fracaso. Ahora justifica vendas antes de la correspondiente herida y hasta semiplagios en los titulares. “UGT y CC OO buscan aislar España el 29-S por tierra, mar y aire”, toca a rebato ABC. “Los sindicatos pretenden aislar España el 29-S por tierra, mar y aire para que la huelga sea un éxito”, hace el eco La Razón, que desempata en sus páginas interiores avinagrando el titular: “29-S: los sindicatos plantean un estado de sitio”. Fuera de concurso, El Mundo se pone leguleyo: “Proponen servicios supermínimos contra la doctrina del Supremo”.

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martes, 21 de septiembre de 2010

Huelga y nostalgia

Qué tiempos, apenas anteayer, en que los emplumados cavernarios ponían a los sindicatos de cobardes, gallinas y capitanes de las sardinas por no montarle una parda a Zapatero. Ahora que les han hecho caso, se ponen al otro lado de la barricada. “Dos de cada tres trabajadores no harán huelga”, profetiza en primera La Razón, dando por verdad verdadera los datos de una escopeta de feria demoscópica llamada NC Report. El editorialista, que está que se lo guisa y se se lo come, sentencia: “Los abrumadores resultados constatan que este país no está para paros masivos ni parece dispuesto a movilizarse tras unas organizaciones discutidas y en una deriva de pérdida de prestigio social muy preocupante para su futuro”.

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