Qué bajón. Islandia ya no
sirve como espejo al que mirarse. De revolución, nada. Un
efímero ensueño. Aunque, caray, hay que ver cómo
se aferraban a él algunos, cómo se subían cuatro
centímetros por encima del suelo para callar la boca de los
cenizos que barruntábamos que sonaba demasiado bonito para ser
verdad. Y no era solo cosa de intuición pesimista, sino que
leías cosas aquí o allá y no salían las
cuentas. Pero cualquiera se atrevía a discutir. Como tantas
veces, entregabas la perra gorda sonriendo y agradecido por no
haberte llevado una somanta dialéctica.
¿Algún aprendizaje?
Sospecho que no. Esas verdades esféricas que mentaba en el apunte anterior seguirán ahí, hinchándose hasta
hacer ploff y ser sustituidas por la siguiente, puesta en circulación
por exactamente los mismos pergeñadores de la martingala difunta.
Descanse en paz la quimera islandesa. (Recomiendo vivamente la lectura del enlace)
[Imagen tomada del portal Enpositivo]
Ciertamente, para los no entendidos en la lengua de Shakespeare, nos tendremos que fiar de lo que afirma, el Link que nos pusiste. Fue bonito mientras duro. Excelente información
ResponderEliminarUn ratito de soñar
ResponderEliminarGracias por la información, compadre
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