martes, 28 de septiembre de 2010

De malayas y otras corruptelas

Cien abogados, 98 procesados, trescientos periodistas. Y no hablemos del pastón que alimentó la trama. Los del Caso Malaya son números de superproducción audiovisual, y como tal nos la van a administrar en vena. No hay más que ver las promociones pintureras con música de thriller que nos han venido atizando los canales de televisión para ir poniéndonos en ambiente. Ha comenzado el espectáculo.

Y en eso se quedará, en una gran función a mayor gloria del share que miraremos en la pantalla como cualquier otra serie de consumo. ¿Ficción, realidad? Tanto da. Dejémoslo en entretenimiento. Lo de menos es el pufo descomunal perpetrado -presuntamente, vale- por los glamurosos reos o el descorazonador retrato de la política que hay debajo.

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