sábado, 9 de abril de 2011

Bye, bye, Spotify

El estómago toma decisiones y luego viene la masa gris con el revestimiento intelectual(oide). Lo acaban de descubrir científicamente o así. Me ocurrió tal cual ayer, cuando leí que Spotify patrocinará la visita de Benedicto XVI a España. Carezco -ya lo he contado más veces- de pulsiones anticlericales, pero hubo algo de la noticia que abrió una brecha (chiquitaja, no exageremos) en algún lugar de mi y cinco minutos después estaba en la página de mi suscripción premium apretando un botón que decía "Cancelar". Un recibo menos que pagar al mes. Diez euritos. No va a quebrar la ahora santa compañía por esa minúscula merma. Nada más lejos de mi forma de ser y pensar que los atávicos "No sabe usted con quién está hablando" o "Me voy a encargar de que esto no se quede así".

Conté mi pequeño fogonazo en Twitter, más que para informar urbi et orbi de lo inquebrantable de mis principios, para comentárselo a mi primo Mikel Iturria, que también había arrugado la nariz. Y ahí lo dejé, porque me aguardaba un programa por hacer... con las ganas que se tienen un viernes canicular. A la vuelta -ya de madrugada, tras un gintonic balsámico en compañía de mi espía favorita- me encontré que la cosa había llegado a El País, con nuestros nombres y el respectivo enlace a las piadas. La mía, con una falta de ortografía que me hace sonrojar. Nada que objetar; al contrario, muy honrado por la mención y agradecido a Rosa Jiménez Cano.

El TL daba testimonio de la repercusión con aplausos, retweets neutrales y, cómo no, dos o tres ultracatólicos que venían a sugerir que arderíamos en el infierno. Uno se vanagloriaba de haber conseguido siete suscripciones premium. Venía el tipo a restregármelas, como si yo fuera el adalid de una campaña inexistente contra Spotify. Le contesté que era muy libre de suscribirse y le pedí que respetara que yo me hubiera borrado. Pues ahí que siguió el individuo un rato tocando las narices. Me acordé de una teoría de Mikel: Twitter es como un bar. Uno llega, ve qué se cuece, y se apunta o no al grupete de colegas que anden en ese momento acodados en la barra. De tanto en tanto, aparece un buscabocas, que generalmente no tiene media hostia, y lo mejor es sonreír y, como ha sido el caso, contar el episodio en un post. En el mismo viaje, se quitan las telarañas al blog (este lo tengo muy abandonado) y se pasa un rato entretenido frente al teclado.

Beneficio para todos, incluido Spotify, que repetirá el milagro de los panes y los peces. Por cada uno que nos vayamos, acogerá cuarenta nuevas almas pagadoras que se derretirán escuchando El pescador de hombres o cualquier otro de esos hits de guitarra sobre falda de tablas. El Señor también escribe derecho en la banda ancha torcida.

7 comentarios:

  1. jajaja como siempre, mi querido JaviVí, dando en el punto neurálgico con exquisita puntería. Yo no era "de premium" y bien que lo siento, para poder secundar tu gesto de "Cancelar". No irán a la ría sus lágrimas por perderte de "entre los suyos" pero ¡y lo a gustito que te quedas! Es que ya solamente nos quedan este tipo de gestos mitad soñador, mitad extravagante

    ResponderEliminar
  2. ;)
    buen post, Javier, enjundioso y entretenido. saludos

    ResponderEliminar
  3. Sin embargo, Spotify ha ganado una publicidad gratuita; yo no sabía lo que era hasta leer tu post. Eso si, en mi caso tampoco sirve de mucho porque n tengo ls más mínimas intenciones de darme de alta...

    ResponderEliminar
  4. Hola, gente.

    Yo también me cabreé un montón el pasado viernes cuando leí la noticia y escribí por ahí que les daba una semana.

    Pero luego... luego Spotify, ora pro nobis

    ResponderEliminar
  5. ¡Iturri! ¡Eres un vendido! jajaja

    ResponderEliminar
  6. Bueno, por lo menos escribes 'urbi et orbi', que la mayoría dice 'urbi et orbE'...

    Ah: y arderás en el infierno ;)

    ResponderEliminar
  7. Y te creerás ocurrente. E incluso culto. No eres más que un integrante más de la chusma "fashion". Anticlerical, ahora, cuando está de moda. Después de todo eres un ser perfectamente religioso, adorador de la secta "anti" -anticlerical, antifascista, antipepera, antitradicional- que no tendrá más exito que el que tu entrepierna te proporcione. Estrictamente patético. Rezaremos por ti, desdichado.

    ResponderEliminar